El proyecto se sitúa en un solar consolidado en el corazón de San Fernando, durante décadas sin uso, con la voluntad de activar y regenerar el entorno urbano inmediato. La propuesta parte de una volumetría compacta, que busca reinterpretar la edificación residencial colectiva con una imagen contemporánea y rotunda, generada a partir del juego compositivo entre balcones volados, recercados profundos y el contraste matérico de fachada.

El diálogo con el contexto se establece desde la planta baja, donde las zonas ajardinadas y el retranqueo en el acceso dignifican el borde urbano de la Calle Real. Hacia el lateral, el edificio se abre a un jardín más íntimo que aporta escala y transición hacia las edificaciones colindantes. La cubierta transitable y las terrazas superiores ofrecen vistas privilegiadas hacia la bahía, convirtiendo el paisaje marítimo en parte activa de la experiencia doméstica.

El programa se completa con un garaje subterráneo, resuelto con criterios de limpieza espacial y racionalidad estructural, consolidando así una intervención que pone en valor lo cotidiano mediante el diseño cuidado y la coherencia formal.